Tema 1. Los mapas

Baiona, 27 de febrero de 2021. La fiesta más importante del año dará comienzo en pocas horas y Eva, Laura, David, Ainoa y Diego, estudiantes del CEIP Fontes Baíñas, aún no tienen los atuendos con los que poder acudir. En el grupo empieza a reinar la histeria, el enfado y las malas contestaciones. A todos les encanta la Arribada, no sólo porque conmemora la llegada de la carabela Pinta al puerto de Baiona con la noticia del descubrimiento de América en 1492, sino porque el pueblo se vuelca en ella; hay malabaristas, juglares, un pregonero...las calles y sus gentes se transforman por completo. El grupo, que se encuentra en el ayuntamiento, decide ir a casa de David, que vive a pocos minutos. Necesitan viejas camisas, sucios pantalones y blancos, aunque manchados, trapos con los que las chicas se puedan tapar el pelo, para los pies no necesitan nada, podrán ir descalzos. David enseguida le pregunta a su madre dónde pueden encontrar todo esto que les hace falta y ella les lleva al desván. Los cinco se ponen a buscar y buscar, pero no encuentran lo que necesitan. Sin embargo, a David le llama la atención una vieja y polvorienta caja de madera en la que nunca antes se habría fijado. Cuando el resto acude al rincón en el que la misma se encontraba, se sorprenden por su aspecto, sin duda no parecía una caja de este siglo ni del anterior, la madera rezumaba y las polillas se habían comido ya gran parte de ella. Con gran intriga y curiosidad Laura se decide a abrirla. Había un viejo reloj de bolsillo, una pequeña biblia, lo que parecía ser un cuaderno de bitácora y un cuchillo de madera. El reloj parecía llevar parado muchos años, en la biblia no encontraron nada de interés y del cuaderno sacaron una vieja y amarillenta hoja arrugada que, cuidadosamente, alguien había doblado. Con delicadeza, Ainoa la cogió y con la ayuda de Diego ambos la desdoblaron y extendieron bajo la ventana y al abrigo del fuerte viento que hacía sonar la cerámica que en el patio de la casa la madre de David tenía colgada. Tras unos minutos de silencio y constantes giros de cuello tratando de comprender el sentido de aquel mapa, a Eva se le ocurrió que podría ser de Baiona y sus alrededores aún sin reconocer en él la cuidad. La fortaleza estaba ahí y el río que los separaba de Nigrán también pero el resto no tenía nada que ver. ¡No entendían nada! Detrás del mapa, aunque era ya casi ilegible, estaba escrito el nombre de Martín Alonso Pinzón. Poco después y tras haberlo googleado descubrieron que éste fue el capitán de la hazaña que, junto a Cristóbal Colón, los llevó a descubrir en 1492 el Nuevo Mundo. No lo podían creer, todos estaban desconcertados y tras una hora hablando o más bien divagando acerca de la posibilidad de que aquello fuera cierto la madre de David los interrumpió. Eran más de las 20:00, se había hecho de noche y hacía ya media hora que cada uno tendría que estar en sus respectivas casas. Acordaron que sería David quien custodiara el mapa, y no por ser él el más cuidadoso, sino porque era menos arriesgado no moverlo de su casa, si aquello era cierto, ese trozo de papel podría tener más de 400 años. Baiona, 27 de febrero de 2021, 21:30. Los cinco se conectan a través de Hangouts. David y Diego ya tienen los atuendos que necesitan y a Eva, Ainoa y Laura solo les falta el trapo para el pelo por lo que Diego ofrece una vieja camisa de su padre a la que le quita los botones y corta en trozos semejantes de forma triangular. Lo cierto es que lo que era su prioridad al dar comienzo el día ahora les importaba ahora más bien poco, no podían creer lo que había sucedido esa misma tarde. No tardaron mucho en consensuar la hipótesis de que el mapa que habían encontrado tenía que significar, esconder o querer decir algo. David habló con su madre durante la cena sobre lo sucedido y le nombró a Martín Alonso Pinzón. En un primer momento la madre se sobresaltó, pero como estaba de espaldas disimuló ágilmente su sorpresa y aunque David no creyó que no supiera nada, rápidamente le quitó importancia y cambió de tema. Su padre, que estaba en el salón escuchando la conversación aprovechó un momento de descuido para llamar a David. Con pocas palabras y de una forma atropellada solo le pudo decir a su hijo que Martín Alonso Pinzón había vivido en esa misma casa y que su padre, es decir su abuelo, había seguido las pistas en varias ocasiones de ese mismo mapa sin éxito. Lo último que le pudo decir es que él creía que escondía algo muy valioso que junto con la tripulación de la Pinta había traído de las Américas. Eso fue todo lo que David le pudo contar a sus amigos ya que al poco su madre entró en el salón y, con la misma astucia que ella había mostrado, él y su padre cambiaron de conversación. Ante la conmoción del grupo Eva propone que David escanee el mapa con la aplicación de “notas” de Apple y que al día siguiente queden y aprovechen la fiesta de la Arribada en la que la ciudad se transforma y retrocede en el tiempo hasta el siglo XV para buscar toda la información posible e intentar comprender el mapa. Deben aprovechar la oportunidad que tienen delante, si en los 3 días que dura la fiesta no encuentran la información que necesitan posiblemente tengan que esperar todo un año para volver a intentarlo. Baiona, 28 de febrero de 2021, 10:00. Primer día de la Arribada. El grupo identifica en el mapa, aunque con gran dificultad, la Torre del Príncipe, el río Miñor y la iglesia de Santa María de Baiona, por dónde comienza la investigación. En la iglesia le cuentan lo ocurrido al sacerdote, al que rápidamente le cambia la cara. Su gesto de sorpresa, imposible de esconder, lo delató y pronto se sintió presionado por las caras de los cinco. Empezaban a tener la impresión de que aquello sobre lo que estaban indagando era algo que no querían que supieran; primero la madre de David, ahora este hombre…no lo entendían. El sacerdote les pidió que los acompañara a una sala más íntima lejos de los oídos de cualquier fiel que allí se pudiera encontrar. En aquel lugar les contó una vieja historia sobre Pinzón en la que se decía que había traicionado a su tripulación y a su pueblo escondiendo lo más valioso traído del Nuevo Mundo, por lo que lo desterraron del pueblo sin llegar nunca a saber qué era aquello tan valioso ni tampoco dónde lo había escondido. La misma leyenda, según les contó el sacerdote, decía que antes de morir y puesto que no tenía hijos ni mujer, Pintón dejó escondidas pistas por diferentes ubicaciones de la costa y bosques gallegos necesarias todas ellas para que un día alguien pudiera encontrar la fortuna que por sus manos había pasado. Todos estaban incrédulos con lo que les acaban de contar. No sabían qué decir ni que hacer y tampoco comprendían cómo nunca antes habían oído hablar de esta historia. El sacerdote tenía que retomar sus obligaciones y lo último que les dijo fue que echasen un vistazo a los viejos archivos eclesiásticos que se encontraban en el sótano. Allí fueron, sin tener claro qué buscar, por dónde empezar o qué rechazar los cinco se separaron y con la ayuda de las linternas de sus móviles empezaron a leer aquellos archivos. Una hora más tarde seguían con las manos vacías. Empezaban a pensar que haberle hecho caso al sacerdote había sido una pérdida de tiempo y que aquel lugar no les llevaría a la siguiente pista. El desinterés de Diego hacia aquella labor pronto le distrajo y en vez de buscar con atención cualquier indicio que se pudiera relacionar con la historia, como sí hacían sus amigos, él se dedicó a ojear los libros, ver sus ilustraciones e incluso reírse de lo que interpretó como los “protochistes eclesíasticos”. Lo que no dijo es que había encontrado un libro titulado El cuaderno de Magda y que creía tener algún tipo de relación con la historia de Pintón. El ambiente estaba tenso entre los cinco amigos así que decidió no decir nada y buscar un mejor momento para enseñarles su hallazgo. No mucho después y con caras de enfado y desagrado salieron de la iglesia. La gran fiesta había empezado y las calles estaban abarrotadas. Baiona, 28 de febrero de 2021, 12:30. El grupo estaba hambriento, aquella actividad a todos les había abierto el apetito. Aprovecharon el despliegue y se sentaron a comer en una de las mesas de la gran plaza. El día acompañaba, la temperatura era agradable y una suave brisa les invitaba a relajarse. Cuando terminaron de comer ya nadie estaba pensando en el tesoro, no haber encontrado nada entre los archivos los desalentó y aunque con decepción, el grupo empezaba a aceptar la derrota. Diego se levantó de la mesa y fue a por algo de fruta para todos. Al hacerlo dejó al descubierto el libro que había encontrado y sobre el que se había sentado. Ainoa no entendía qué hacía ahí ese libro y en cuanto volvió se lo preguntó. Sin mucho interés, Diego les contó que lo había encontrado entre los archivos y que pensaba enseñárselo en algún momento. Laura, David, Ainoa y Eva no sabían si gritarle o abrazarlo, no comprendían cómo no lo había dicho antes. Abrieron el libro, que por título llevaba El cuaderno de Magda y lo empezaron a leer. No era nada claro el lenguaje en el que estaba escrito. En su primera página decía así: “Si el cuaderno de Marga habéis encontrado, sin duda es que mucho habéis buscado, si el tesoro de Pinto pretendéis encontrar, ni una página de este libro se os ocurra saltar.” Con la irrompible regla leída en el libro y con las pocas horas de luz que en este primer día de la Arribada les quedaba, los cinco pasaron la hoja y comenzaron a leer lo que, sin ellos saberlo, sería su primera prueba dentro del largo camino que en busca del tesoro iban a emprender.

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